Autorrobo, fraude con mucho rating

La peor escena de su vida. Un hombre con voz de mando lo llama para informarle orgulloso que su carro, el mismo que hace unas semanas denunció como robado, acaba de ser encontrado por la Policía del Huila.

El realizador audiovisual caleño cuelga el teléfono. “¡Juep..., mi carro!”, lo que lanza no es precisamente una exclamación de felicidad. Más bien comienza a preguntarse una y mil veces qué diablos salió mal.

Dice que cumplió al pie de la letra lo que le recomendaron. Recuerda que le entregó las llaves del Mazda L a la persona indicada, que se sentó en un bar de la Avenida Tercera Norte a esperar la hora pactada, que consumió dos cervezas, que salió de nuevo al parqueadero y que cuando comprobó que el vehículo ya no estaba, también gritó: “¡Juep..., mi carro!”, esta vez aparentando sorpresa y alarma.

Cual guión cinematográfico, la misma exclamación tuvo que repetirla ante las autoridades, familiares, allegados y todo aquel que por solidaridad le preguntó cómo se le habían llevado el “mazdita”. “¡Ya estaba ‘mamado’ de contar la misma película!”.

El consejo de fingir un robo para cobrar el seguro del vehículo lo recibió del dueño de una compraventa de repuestos, un ‘buen’ amigo que sabía de sus múltiples deudas.

“Yo había invertido en un mal negocio y me iban a poner una demanda sino pagaba lo que debía, por eso necesitaba vender el carro rápido sin perder nada. Él me dijo que podía venderlo en $2.000.000 para que lo desaparecieran y así poder cobrar el seguro”.

La idea le sonó sencilla, aunque en la práctica el que salió robado fue él.

De los prometidos $2.000.000, sólo recibió $1.200.000 y aunque puso la denuncia ante las autoridades cuatro días después --mientras supuestamente los amigos de su amigo desguazaban el vehículo--, éste fue encontrado intacto y ‘rodando’ por territorio opita con la misma placa. A devolver la plata y adiós seguro...

Fuente: El País. Si desea ver el artículo completo, haga clic aquí.